La muerte del Papa argentino enlutó al mundo entero. De esto no caben dudas porque su figura trascendió los límites del catolicismo. Su amor -particularmente- por los más pobres y marginados fue una de las características que marcaron su papado. Francisco le puso el cuerpo y el alma a su misión en la tierra, tanto que en su mensaje de Pascua Urbi et Orbi, expresó una profunda preocupación por las guerras, el hambre y la indiferencia ante el sufrimiento humano.
Preocupado por las guerras en el mundo, hizo un llamado urgente al cese del fuego, la liberación de rehenes y la asistencia humanitaria, especialmente en Gaza donde denunció la grave crisis humanitaria. También alertó sobre el aumento del antisemitismo y pidió defender el principio de humanidad como base para la convivencia.
Su estado de salud ya era frágil por lo que monseñor Diego Ravelli debió asistirlo con la lectura del mensaje que tuvo palabras para los cristianos que sufren en Palestina e Israel. Francisco dijo que se sentía «cercano al sufrimiento de los cristianos en Palestina y en Israel, así como a todo el pueblo israelí y a todo el pueblo palestino». Luego destacó que este año, católicos y ortodoxos celebraron la Pascua el mismo día en Jerusalén, y deseó que “desde el Santo Sepulcro se irradie la luz de la paz sobre toda Tierra Santa y sobre el mundo entero”.
El primer Papa latinoamericano cerró su mensaje remarcando que “no podemos permitirnos olvidar que lo que está en la mira no es un mero objetivo, sino personas con un alma y una dignidad».
El mensaje previo a la muerte del Papa
