Quedó claro que el papel de Roberto Castillo, el abogado que asesoró en los últimos meses a Julieta Silva, fue clave en el último conflicto judicial que tuvo que enfrentar la “famosa” sanrafaelina. En apenas un parpadeo, logró quedarse encerrada en su casa.
Tal como lo anticipó Castillo cuando octubre daba sus primeros pasos, todo quedaría resuelto en un juicio abreviado. No se equivocó.
Silva se presentó en Tribunales y dijo estar dispuesta a colaborar. Así fue que la audiencia se convirtió en un simple trámite, teniendo en cuenta que el fiscal Fabricio Sidoti levantó el pulgar derecho.
Con el acuerdo, la ruta quedó sin obstáculos para una condena menor. Sucede que la femenina respondió únicamente por el delito de “lesiones leves agravadas por el vínculo” en perjuicio de su ex pareja Lucas Giménez.
El pacto incluyó el entierro de la privación ilegítima de la libertad y la desobediencia. El sobreseimiento en dichas imputaciones fue vertiginoso.
De pronto, el martillo del juez Claudio Gil bajó potente. Expeditivo, dijo que Julieta Silva tenía que ser condenada y sin más preámbulos la sentenció a nueve (9) meses de prisión.
“Domiciliaria”, acopló el magistrado.





