El 25 de agosto rendimos homenaje a una de las profesiones que contribuye a la mejora de nuestra apariencia física y cuidado personal porque se celebra el Día Internacional del Peluquero.
Estos estilistas son auténticos artífices de las tendencias de belleza, aplicando técnicas novedosas y tradicionales de afeitado, cortes de cabello y peinados, teniendo en cuenta los gustos y preferencias de sus clientes.
La fecha tiene doble significado. A nivel internacional se realiza para conmemorar al Rey Luis IX, quien designó a su peluquero como “hombre libre” lo que le otorgó a la profesión más prestigio ya que en el siglo XIII, en Europa, el oficio de peluquero era de estatus plebeyo y solo se ejercía para la nobleza que, sobre en todo en Francia, utilizaba pelucas y no cabello natural.
Mientras tanto, en Argentina se le suma que el mismo día pero de 1877, Domingo Guillén -peluquero y director de teatro- organizó un festejo en el teatro Coliseo al que fue una gran cantidad de profesionales motivando la creación de la Sociedad de Barberos y Peluqueros.
Entre otros antecedentes fundamentales se destaca que en la antigua Grecia y Egipto los esclavos eran los encargados del cuidado del cabello de sus amos.
La cultura egipcia consideraba al cabello como un elemento fundamental de la belleza física, con una función social y religiosa. Se utilizaba la henna para la coloración capilar.
Por otra parte, los griegos convirtieron el culto de la belleza como un pilar fundamental de su cultura, destacando la elaboración de peinados de melenas largas, con rizos y ondas, reflejados en las estatuas y monumentos históricos.