La provincia de Córdoba se encuentra conmocionada por el brutal doble femicidio de Luna Giardina, de 26 años, y su madre, Mariel Zamudio, cuyos cuerpos sin vida fueron hallados en el interior de su casa en el barrio Villa Serrana.
El horror, sin embargo, parece no tener fin, ya que mientras avanza la investigación por este atroz crimen, que develó una historia de meses de encierro y abusos reiterados en Uruguay, las autoridades de Entre Ríos confirmaron un macabro hallazgo que podría estar directamente vinculado: un cuerpo desmembrado, sin cabeza ni extremidades superiores, que, según las primeras hipótesis, pertenecería a Martín Sebastián Palacio, el remisero que trasladó al presunto asesino, Pablo Laurta, y al hijo menor de Luna.
La pesadilla que viajó de Uruguay a Córdoba
Las últimas 48 horas tras el hallazgo de los cuerpos de Luna y Mariel han traído a la luz detalles escalofriantes sobre el calvario que vivió la menor de las víctimas antes de regresar a su Córdoba natal. Luna Giardina, en un acto desesperado por salvar su vida y la de su hijo, logró escapar de un infierno de tres años que transitó en Uruguay junto a su expareja, Pablo Laurta, hoy detenido como el principal sospechoso del doble femicidio.
Una vecina de identidad reservada, visiblemente afectada por el trágico desenlace, relató a canales de noticias la pesadilla que se extendió durante meses en tierras uruguayas. «Yo no sabía que en Uruguay la había querido ahorcar. Mariel me contó que la había encerrado, que le daba de comer lo que él quería y la empezó a violar en reiteradas veces. Por eso comenzó a tratar de huir y a los meses se pudo escapar», explicó la testigo, cuyo testimonio pinta un panorama de control absoluto, violencia sexual y aislamiento al que fue sometida Luna.
La misma vecina, actuando como una red de contención, aseveró que tanto ella como su esposo intervinieron en varias ocasiones para proteger a Luna. «Como vecina, muchas veces llamé a la Policía y con mi esposo salimos a protegerla, buscarla en el auto y traer a Luna para resguardarla», aseguró, destacando que, a pesar de la distancia, Laurta continuaba acechándola en Córdoba:
«Ella no tenía vida. Casi que no salía de la casa por miedo. (Laurta) Se le apareció varias veces». Incluso, en un episodio que parece sacado de una película de terror, el acusado llegó a instalarse en el techo de la casa que compartían Luna, su hijo menor y su madre en Villa Serrana. “Había una escalera, no sabemos de dónde la sacó. Creemos que alguien se la prestó. Yo le dije a Mariel que alguien le pasaba información de ellas”, relató la mujer entre lágrimas.
El sistema de protección falló de manera categórica. La vecina reveló que el llamado al 911 por las detonaciones de arma de fuego se hizo a las 20:40 del sábado, pero los cuerpos fueron encontrados recién a las 9 de la mañana siguiente, casi doce horas después. «El botón antipánico estaba apagado, pero nunca entró la comisión», denunció la testigo, y completó con una desgarradora reflexión: «Me da bronca porque el sistema para ella falló, estuvieron desprotegidas desde un principio. Pienso que es así porque, de lo contrario, estarían vivas acá».
La historia detrás de las denuncias y la ausencia de protección
Según fuentes judiciales, la violencia de Pablo Laurta no era un hecho reciente ni desconocido para las autoridades. Luna Giardina lo había denunciado hace tres años en Uruguay, a raíz de un intento de estrangulamiento.
En su denuncia, Giardina detalló el patrón de abusos físicos y psicológicos: «Desde que comenzamos la relación, me manipula y me obliga a hacer cosas que no quiero… No me dejaba trabajar, tener redes sociales ni teléfono. Cuando estaba embarazada me pegaba cachetadas que decía que ‘no eran golpes’ porque no eran fuertes.” El terror que sentía Luna se incrementaba al ver las publicaciones de Laurta en redes sociales, donde el hombre justificaba femicidios y arremetía contra la Justicia por, según él, «favorecer a las mujeres».
«Lo que más miedo me da —había escrito Luna en la denuncia— es que hace pocas horas publicó en Twitter una noticia de un hombre que mató a su ex esposa y comentó: ‘Lo sorprendente es que esos desenlaces no sean todavía más comunes’,” un comentario premonitorio que hoy hiela la sangre.
El trágico desenlace en Córdoba se desencadenó este sábado. Un llamado al 911 alertó sobre disparos en una vivienda de la calle San Pedro Toyos y Chimú, en Villa Serrana. La Policía ingresó horas después y encontró a Luna y Mariel, ambas con heridas de bala. El hijo de Luna ya no estaba en la casa. Los investigadores rápidamente sospecharon que Laurta había huido con el menor, posiblemente con la intención de cruzar hacia Uruguay. El rastro del asesino y del niño condujo a los investigadores hasta un hotel en Entre Ríos, donde finalmente fueron encontrados este domingo.
La macabra conexión en Entre Ríos: un cuerpo sin identidad completa
El caso del doble femicidio tomó un giro aún más oscuro con el hallazgo de un cuerpo desmembrado en la zona de Yerua, a unos 35 kilómetros del centro de Concordia, Entre Ríos. El ministro de Seguridad de Entre Ríos, Néstor Roncaglia, y el jefe de la Policía provincial, Claudio González, se trasladaron al lugar ante la posibilidad de que se trate de Martín Sebastián Palacio, el remisero de 49 años que estaba desaparecido desde el 7 de octubre, luego de ser contratado por Pablo Laurta para viajar desde Concordia hacia Córdoba.
El hallazgo se produjo durante los rastrillajes, luego de que la trazabilidad de un automóvil utilizado por Laurta focalizara la búsqueda en esa zona. “En esos rastrillajes se encuentra el cuerpo de una persona que carece de extremidades superiores y cabeza, en estado de descomposición y sin ropa», precisó González, añadiendo que se inicia un arduo proceso de reconocimiento forense.
Roncaglia, por su parte, admitió ante los medios: “Por el contexto, creemos en un alto porcentaje que puede tratarse de Martín Palacio, a pesar de que le faltan la cabeza y las extremidades”. El ministro detalló que la última vez que se vio a Laurta solo fue en una estación de servicio donde cargó combustible, confirmando que “Martín ya no estaba con él”. El cuerpo fue encontrado por un policía que percibió un fuerte olor a putrefacción y estaba envuelto en una bolsa.
La reconstrucción de los hechos apunta a un “plan criminal” meticulosamente diseñado. Roncaglia describió que Laurta, basándose en información de la Policía de Uruguay, tenía su auto en una cabaña alquilada en ese país. Se cree que cruzó el río Uruguay en una piragua, la cual fue secuestrada cerca de Puerto Yerua, y que su derrotero buscaba llevarlo nuevamente al país vecino.
En Gualeguaychú, donde Laurta se alojó con el niño, la Policía entrerriana confirmó el hallazgo de la billetera del conductor del Toyota Corolla blanco en la habitación del hotel, además de un cuaderno que podría aportar información crucial sobre el chofer desaparecido. La competencia de toda la causa se dirimirá ahora entre las justicias de Córdoba y Entre Ríos, dado que el presunto homicidio de Palacio, por el que ya fue acusado, es previo al doble femicidio de Luna y Mariel.
“Hay una conexidad porque todo obedeció a un plan. Es clarito el matar a alguien para ocultar otro delito o delito futuro, porque era un derrotero hasta Córdoba, en su plan criminal, siempre pensando en matar a las mujeres y extraer a su hijo“, concluyó Roncaglia, dejando en evidencia la aterradora frialdad con la que Laurta ejecutó su plan. Los rastrillajes continuarán en la zona de Concordia para intentar dar con las partes faltantes del cuerpo.
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