Hace poco más de un año, según datos oficiales, estaban registrados 112.000 kioscos en la Argentina. Hoy, con la cabeza gacha, la Agencia de Recaudación y Control Aduanero (ARCA) tuvo que reconocer que quedan en pie 96.000 locales de dicho rubro. Esto significa que en tiempo récord la caída fue del 14 por ciento, una cifra por demás preocupante.
Las mejoras en la economía de las que habla el Gobierno nacional, hoy socio y amigo de Alfredo Cornejo, no estarían llegando al sector, teniendo en cuenta que en un año cerraron 16 mil kioscos en el país.
La Libertad Avanza y Cambia Mendoza festejaron el supuesto 1,9% de inflación del mes de julio, sin embargo, el consumo no remonta. “La gente no tiene plata”, dijo en seco un kiosquero de la avenida San Martín de San Rafael a LV18. Claro está, la golosina, la galletita o la gaseosa ya no forman parte de la postal ciudadana. Sucede que todo pesito sirve para comprar pan, y obvio que el caramelo o el chocolate hoy no son prioridad.
Desde la Unión de Kiosqueros de la República Argentina (UKRA) atribuyen el desplome a la recesión. En ese marco, señalan con todas las letras que los clientes habituales ya no pasan con la frecuencia que lo hacían años atrás.
Un dato sorprendente, que pinta de cuerpo entero la situación desesperante que hoy atraviesa el país, tiene que ver con las bebidas. Ocurre que el último verano, según UKRA, la venta de gaseosas de derrumbó casi un 40 por ciento.
Mendoza, la provincia con los salarios más bajos de la región, es el ejemplo claro de lo que está sucediendo con este rubro, dado que serían más de 800 los kioscos que cerraron durante el último año.
Estamos viviendo un pálido presente, donde la mayoría de los ciudadanos no tiene ese billete de sobra para comprarle al mañoso de la casa una golosina. Aunque algún pediatra diga que lo dulce no es saludable, la verdad es que un barrio sin kiosco, es un barrio sin alma. Nada más lindo que una ciudad dulce y colorida.
