Estaba cantado. No era difícil advertir que la inflación de marzo se iba a disparar, teniendo en cuenta los incrementos de servicios, combustibles, medicamentos, transporte y alimentos.
Las distintas cámaras empresariales venían informando sobre la suba en todos los rubros, sobre todo en aquellos que componen la canasta básica de alimentos.
Por poner algunos ejemplos, la carne, huevos, lácteos, verduras y legumbres tuvieron aumentos considerables durante la tercera semana de marzo.
A nivel país, los alimentos sufrieron una modificación del 6 por ciento en comparación con el mes anterior, lo que impactó severamente en el bolsillo de los argentinos.
El Gobierno festejo en febrero el índice de precios al consumidor, que fue del 2,4%, algo que no se pudo repetir en marzo porque se disparó al 3,7 por ciento.
Algunas consultoras se adelantaron y dijeron que la inflación de marzo estaría cercana al 4 por ciento o más, incluso hubo analistas que aseguraron que superaría notablemente ese porcentaje.
Capítulo aparte merece la medición, considerando que el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos hoy está en el ojo de la tormenta porque hay especialistas que afirman que los datos coinciden poco y nada con la realidad.