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La Fundación del Sueño de Massachusetts estableció simples parámetros para dormir mejor

Por Redacción

24 de noviembre de 2025
El sueño es vital para la salud

Dormir es una función vital y fascinante del cuerpo, durante la cual el cerebro reorganiza recuerdos, repara tejidos y recarga la energía necesaria para la vida diaria.

Aunque dormimos en promedio 7,3 horas diarias, más de un tercio de los adultos no logra un descanso adecuado, lo que impacta negativamente en el humor, concentración, sistema inmunitario, metabolismo y acelera el envejecimiento celular. La calidad del sueño no es producto de la casualidad, sino que depende significativamente del entorno, incluyendo factores como la acústica, la temperatura, la iluminación y los materiales, naturales o no, elementos que influyen en el ritmo circadiano y el bienestar, haciendo del descanso un verdadero ritual para el cuerpo y la mente.

 

Higiene del sueño

 

La Fundación del Sueño de Massachusetts (National Sleep Foundation of Massachusetts) estableció algunos parámetros para dormir mejor:

El poder del silencio

El silencio no es simplemente ausencia de ruido, sino un estado de equilibrio fisiológico que favorece el descanso. Ruidos superiores a 50 decibelios interrumpen el sueño profundo y ponen en alerta al sistema nervioso. Estudios demuestran que fluctuaciones sonoras leves afectan la fase de ondas lentas, la más reparadora del sueño. Por eso, dormir en entornos estables y silenciosos es fisiológicamente beneficioso.

 

Luz y oscuridad natural: el reloj interno

La luz regula los ritmos circadianos que indican cuándo estar activo o descansar. La luz solar estimula la producción de serotonina favoreciendo el ánimo y la concentración durante el día. Al anochecer, la oscuridad provoca la liberación de melatonina que induce el sueño y la reparación celular. La exposición prolongada a luz azul artificial retrasa esa liberación y reduce el sueño REM. La contaminación lumínica, incluso en baja intensidad, altera el ritmo biológico y reduce la calidad del descanso.

 

Temperatura ideal para el descanso

El cuerpo debe reducir su temperatura interna entre 0,5 y 1 °C para entrar en sueño profundo. El rango ambiental ideal es entre 18 y 20 °C. Las temperaturas extremas o fluctuantes provocan microdespertares y dificultan el descanso continuo. La arquitectura tradicional de edificios como monasterios o palacios aprovecha la orientación, masa térmica y materiales para mantener temperaturas estables que favorecen el sueño.

 

 

Materiales, texturas y sensaciones

Los tejidos y materiales que rodean a la persona influyen en la relajación o tensión nerviosa. Las fibras naturales y transpirables mantienen un microclima térmico estable y reducen interrupciones nocturnas. La calidad sensorial del entorno, incluyendo iluminación cálida y materiales suaves, contribuye a un ambiente equilibrado que favorece el descanso mental y físico.

 

Naturaleza y bienestar

El contacto con entornos naturales activa una respuesta restauradora que reduce el cortisol (hormona del estrés), mejora la función inmune, baja la presión arterial y estabiliza el ritmo cardíaco. Estudios sobre la práctica japonesa «shinrin-yoku» (baño de bosque) demuestran mejoras en la calidad del sueño, reducción de ansiedad y aumento de la vitalidad. Actividades en la naturaleza como caminar entre árboles o yoga al amanecer potencian la calma y el bienestar integral.

El descanso no es fruto de la casualidad, sino resultado de una interacción equilibrada entre cuerpo y entorno. Lugares diseñados teniendo en cuenta la acústica, iluminación, temperatura, materiales y contacto con la naturaleza transforman el sueño en una experiencia sensorial y regenerativa. La ciencia del sueño y la arquitectura del bienestar convergen para crear espacios que favorecen el equilibrio fisiológico y mental.