La Cámara de Senadores de Uruguay aprobó ayer, tras más de diez horas de intenso debate, el proyecto de ley conocido como «Muerte Digna», legalizando así la eutanasia en el país sudamericano. El proyecto, impulsado por el oficialista Frente Amplio, obtuvo una amplia mayoría al contar con el apoyo de todos sus legisladores y de algunos miembros de la oposición del Partido Colorado y del Partido Nacional. Uruguay se convierte así en un referente regional al unirse a un selecto grupo de naciones que permiten este procedimiento.
Derecho a «transcurrir dignamente el proceso de morir»
La nueva normativa busca garantizar el derecho a «transcurrir dignamente el proceso de morir», despenalizando la eutanasia para mayores de edad psíquicamente aptos que se encuentren en la etapa terminal de enfermedades incurables e irreversibles, o que padezcan por ellas sufrimientos insoportables con grave deterioro de la calidad de vida.
Los requisitos establecidos son claros: ser mayor de edad, ciudadano o residente, estar psíquicamente apto y sufrir una patología terminal o que genere un sufrimiento insoportable. El paciente deberá, además, pasar por instancias previas antes de dejar su voluntad por escrito. El legislador oficialista Daniel Borbonet destacó que el texto votado es «sólido» y «ofrece seguridad jurídica». Sin embargo, hubo voces críticas, como la de Pedro Bordaberry (centroderecha), quien lo consideró una «ley de fomento» de la muerte asistida.
Historias de esperanza: el clamor de quienes padecen
La aprobación de la ley representa un «alivio» para familias que han visto a sus seres queridos sufrir durante años. Días antes de la votación, Beatriz Gelós, quien convive con Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA) desde hace dos décadas, confió a la prensa: «Me daría una paz impresionante que se apruebe. Es una ley de compasión, muy humana, muy bien redactada». Gelós, de 71 años, dijo a quienes se oponen: «no tienen idea lo que es vivir así».
De igual modo, la madre y el hermano de Pablo Cánepa, de 39 años y con una enfermedad rara e incurable, expresaron su alivio. «Pablo está agonizando hace años y la aprobación fue un verdadero alivio,» comentó su hermano Eduardo. La activista Florencia Salgueiro, cuyo padre murió sin poder acceder a la asistencia para poner fin a su vida mientras padecía ELA, enfatizó que la clave de la normativa es el respeto por la voluntad de un adulto de terminar con su suplicio.

Proyecto con garantías y base legal sólida
Los defensores coinciden en que la redacción brinda las máximas garantías. La base legal del proyecto es robusta e incluye la Constitución uruguaya (artículos 7º, 10 y 72), tratados internacionales como la Declaración Universal de Derechos Humanos y la Convención Americana sobre Derechos Humanos, y leyes nacionales sobre derechos de pacientes y voluntades anticipadas.
El proyecto es visto por sus promotores como un paso más en la historia de un país acostumbrado a aprobar leyes progresistas, como la regulación del mercado de cannabis, el matrimonio igualitario y el aborto. Una encuesta de mayo de la Consultora Cifra mostró que más de un 60% de los uruguayos está a favor de legalizar la eutanasia.
El Colegio Médico, que mantuvo respeto por las diversas posiciones de sus socios, asesoró en el proceso para tener «las máximas garantías para los pacientes y para los médicos». A pesar de la amplia mayoría, el debate se desarrolló con firmes ponencias a favor y en contra. Tras la votación, hubo ruidosas protestas de los opositores en las gradas, un sector que incluye a la Iglesia Católica y a más de una decena de organizaciones que han rechazado el proyecto.
Uruguay, referente en América Latina
Con esta ley, Uruguay se suma a Canadá, Países Bajos y España. En América Latina, solo Colombia, que despenalizó la eutanasia en 1997, y Ecuador, que lo hizo el año pasado (ambos por fallos de Corte), permiten un procedimiento similar. La decisión del Senado uruguayo marca un hito en la región sobre el derecho a la vida digna y el fin de los padecimientos incurables.






