El nombre de Gastón Zárate vuelve a aparecer en las páginas policiales de Río Cuarto, casi dos décadas después de haber sido señalado como el “perejil” en la causa por el crimen de Nora Dalmasso. Esta vez, la Justicia lo acusa de un homicidio ocurrido en el marco de una pelea tras un partido de fútbol, en la que resultó muerto un joven de 37 años.
El crimen en el complejo deportivo
El hecho se registró el sábado en el complejo deportivo El Águila, ubicado en calle Río Negro al 1600, donde Rubén Ezequiel Acuña Ustarroz solía jugar al fútbol con amigos. La víctima, que estaba a punto de recibirse de ingeniero electricista, discutió con Zárate durante el encuentro deportivo.
Según relataron testigos, la tensión no terminó en la cancha: a la salida del predio, ambos volvieron a cruzarse y se produjo una pelea que tuvo un desenlace fatal. Las cámaras de seguridad captaron el momento en que Zárate golpeó en la cabeza a Acuña con un objeto metálico. El joven cayó desplomado y, pese a la asistencia médica, murió poco después.
En el lugar también estaban presentes los hijos del acusado, de 15 y 17 años, quienes fueron demorados por la policía pero recuperaron la libertad horas más tarde.
Testimonios que describen a un agresor violento
La madre de la víctima, Beatriz Acuña, habló en medio del dolor y recordó que su hijo había comentado semanas atrás que Zárate era un jugador conflictivo dentro de la cancha.
“Él alguna vez me hizo un comentario: ‘Es tan carteludo ese chico, no respeta, le putea la madre a los compañeros’. Siempre jugaron en contra, pero me contó que hace 15 días habían jugado juntos. Él jamás llega ni siquiera a una discusión, por eso no entiendo”, señaló en diálogo con el programa Arriba Córdoba.
Con la voz quebrada, agregó: “Lo que me dicen todos es que es un chico muy violento, que busca peleas y discusiones con cualquiera”. La mujer lamentó que a su hijo le faltaba apenas una materia para concluir la carrera universitaria: “Mi hermana se va a encargar de convocar una marcha, pero ¿para qué? No me lo van a devolver más”.

Un crimen que vuelve a poner a Zárate en la mira judicial
El fiscal Javier Di Santo, de la fiscalía de segundo turno de Río Cuarto, quedó a cargo de la investigación. No es un dato menor: se trata del mismo funcionario que en 2007 había ordenado la detención de Zárate en el marco de la causa por el crimen de Nora Dalmasso.
En aquella oportunidad, Zárate fue liberado a los pocos días y quedó marcado socialmente como el “perejil” del caso. La etiqueta lo persiguió durante años, pero ahora la situación judicial es mucho más grave: la imputación es por homicidio y fue trasladado a la cárcel de Río Cuarto.
La causa se encuentra bajo secreto de sumario. En las próximas horas se fijará la fecha para la indagatoria, una vez que el acusado designe abogado defensor. También se ordenaron exámenes toxicológicos y se tomaron declaraciones a los testigos que presenciaron la agresión.
El impacto social del crimen en Río Cuarto
El homicidio de Rubén Ezequiel Acuña sacudió a la comunidad de Río Cuarto, no solo por la violencia del hecho, sino también por el perfil de la víctima: un joven de 37 años, estudiante avanzado de Ingeniería Eléctrica, que se encontraba en la etapa final de su carrera universitaria.
Amigos y allegados manifestaron su dolor en redes sociales y recordaron a Acuña como una persona tranquila, dedicada al estudio y con un futuro prometedor. Su familia, en tanto, adelantó que se convocará a una marcha en reclamo de justicia.
El caso también reabre el debate sobre la violencia en los espacios deportivos amateurs, donde las discusiones suelen escalar en agresiones físicas que, como en este episodio, terminan en tragedia.
Un crimen con resonancias del pasado
Que Zárate vuelva a estar en el centro de una causa por homicidio genera inevitablemente una conexión con la historia de la causa Dalmasso, uno de los episodios policiales más mediáticos de la provincia de Córdoba en las últimas dos décadas.
En aquel entonces, Zárate fue considerado un “perejil”, alguien incriminado sin pruebas contundentes. Sin embargo, ahora la Justicia cuenta con filmaciones y testimonios que lo ubican directamente como autor de la agresión que terminó con la vida de Acuña.
La investigación recién comienza, pero el impacto del crimen ya se siente en la ciudad y amenaza con convertirse en un nuevo caso emblemático para Río Cuarto.





