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Río de Janeiro: a los más de 130 muertos se sumó la represión en la protesta

Por Verónica Iglesias

31 de octubre de 2025
Mujeres frente a la morgue judicial de Río de Janeiro exigen la entrega de los cuerpos de sus familiares asesinados en el megaoperativo narco.
Mujeres frente a la morgue judicial de Río de Janeiro exigen la entrega de los cuerpos de sus familiares asesinados en el megaoperativo narco.

La ciudad amaneció bajo una mezcla de luto, indignación y represión. A tres días del megaoperativo narco que dejó más de 130 muertos en los complejos de Penha y Alemão, una veintena de mujeres se concentró frente a la morgue judicial de Río de Janeiro para exigir la entrega de los cuerpos de sus familiares. El reclamo, que comenzó de forma pacífica, terminó en un violento enfrentamiento con la policía militar, que respondió con gases lacrimógenos y palazos.

Las manifestantes denunciaron demoras de hasta 72 horas en la identificación de los cuerpos y acusaron a las autoridades de ocultar el verdadero número de víctimas. “Ya pasaron tres días. Solo queremos identificarlos y llevarlos a nuestras casas. Estamos cansadas”, gritó una de las madres, según relató el cronista argentino Adrián Salonia desde el lugar.

Protesta frente a la morgue judicial: dolor y represión

La concentración frente a la morgue reunió a unas veinte mujeres, muchas de ellas madres y hermanas de jóvenes asesinados durante el operativo. La policía carioca las reprimió cuando interrumpieron el tránsito en una avenida cercana. Hubo corridas, golpes y nubes de gas lacrimógeno.

El operativo, desplegado el martes pasado, apuntó contra el Comando Vermelho, una de las organizaciones criminales más poderosas de Brasil. La acción, coordinada entre la policía civil y militar, fue presentada por el gobernador de Río de Janeiro, Cláudio Castro, como “un éxito contra el narcotráfico”. Sin embargo, los testimonios que llegan desde las favelas dibujan otra historia: ejecuciones, abusos y desapariciones.

Entre los manifestantes se encontraban también referentes políticos y sociales, quienes calificaron la acción como “una masacre”. “Estamos en un momento en que la comunidad perdió a sus familiares porque fueron asesinadas más de 150 personas entre 15 y 30 años. Solo fueron entregados 60 cuerpos. Es la mayor tragedia de la historia de Brasil”, aseguró Reimont Luiz Otoni, presidente de la Comisión de Derechos Humanos del Congreso de Diputados.

Una de las madres denunció que su hijo, de apenas 19 años, fue decapitado por la policía y que su cabeza fue exhibida como “trofeo”. Las declaraciones estremecen y reavivan la polémica sobre la violencia institucional en Brasil, un país con uno de los índices más altos de muertes por intervención policial en el mundo.

La policía militar dispersó la protesta con gases lacrimógenos y golpes frente a la morgue.

Tensión en la triple frontera tras el megaoperativo narco

La magnitud del operativo y la participación del Comando Vermelho encendieron las alarmas más allá de las favelas cariocas. En Argentina, el Ministerio de Seguridad declaró la “alerta máxima” en las zonas limítrofes con Brasil, especialmente en la triple frontera que une Misiones con Paraguay y Uruguay.

La ministra Patricia Bullrich confirmó que se reforzaron los controles terrestres y fluviales para impedir el ingreso de posibles miembros del cartel. “Esta alerta máxima significa mirar con cuatro ojos a todos los brasileños que vengan a Argentina, viendo si tienen o no antecedentes, pero sin confundir a turistas con integrantes del Comando Vermelho”, aclaró Bullrich.

En tanto, fuentes del comando tripartito de las fuerzas federales de los tres países informaron que se realizó una reunión de emergencia para fortalecer las tareas de vigilancia. Desde el lado brasileño, se reveló que durante el operativo en Río se secuestró un fusil FAL proveniente de arsenales militares argentinos, hecho que profundizó la preocupación en Buenos Aires y derivó en una intensificación de los controles fronterizos.

Vecinos de Posadas y Puerto Iguazú contaron que Gendarmería, Seguridad Aeroportuaria y el Servicio Penitenciario Federal se desplegaron en puntos estratégicos. “Controlan cada vehículo y piden documentos, pero del lado brasileño apenas miran cuántos autos pasan. Es muy desigual”, relató un testigo.

Controles reforzados en la triple frontera tras la masacre de Río; Gendarmería vigila los pasos con Brasil.

La versión oficial: éxito o tragedia

Mientras la gobernación de Río defiende el operativo como “el golpe más fuerte en años” contra el narcotráfico, las organizaciones sociales denuncian violaciones a los derechos humanos y ejecuciones sumarias.

Según fuentes oficiales, la policía abatió a más de 130 sospechosos vinculados al Comando Vermelho y decomisó armas largas, chalecos y vehículos blindados. Sin embargo, los familiares sostienen que muchas de las víctimas no eran delincuentes, sino vecinos que quedaron atrapados en medio de los tiroteos.

El presidente de la comisión de Derechos Humanos, Reimont Luiz Otoni, reclamó una investigación independiente. “Las autoridades del Estado están diciendo que la operación fue un éxito, pero la verdad es que fue un fracaso. No se puede hablar de victoria cuando hay madres esperando los cuerpos de sus hijos”, declaró ante la prensa.

Homenaje a los policías caídos en la playa de Río

Mientras tanto, en la playa de Copacabana, el movimiento Río de Paz organizó un homenaje a los cuatro policías que murieron durante el operativo. En la arena se levantaron cruces con sus nombres, rodeadas de flores y carteles con mensajes de reflexión. Entre ellos, se leía: “La policía no existe para matar ni para morir” y “Los derechos humanos no tienen lado”.

El tributo buscó rendir honor al sacrificio de los agentes sin ignorar la dimensión humana de la tragedia. “La violencia no puede ser la respuesta ni para los criminales ni para las fuerzas del orden”, señalaron los organizadores.

El contraste entre el homenaje y la represión en la morgue mostró el clima de polarización que vive Brasil: de un lado, las familias que reclaman justicia por sus muertos; del otro, una fuerza de seguridad que defiende su accionar como parte de la lucha contra el narcotráfico.

Homenaje en la playa de Copacabana a los cuatro policías caídos durante el operativo contra el Comando Vermelho.

Un país en shock y una frontera en guardia

El megaoperativo narco de Río de Janeiro dejó una marca profunda en la sociedad brasileña. La cifra de muertos, las denuncias de ejecuciones y la reacción policial frente a las protestas abrieron un debate nacional sobre los límites de la seguridad.

Mientras los cuerpos aún esperan ser entregados, la tensión crece también en la región. La triple frontera se convirtió en un punto caliente para los servicios de inteligencia de Argentina, Brasil y Uruguay. El objetivo: impedir fugas, evitar infiltraciones y contener un conflicto que ya excede los límites de Río.

“Es la operación más sangrienta de la historia reciente de Brasil”, dijo un analista de seguridad regional. “El problema es que, en lugar de debilitar al crimen organizado, puede terminar fortaleciendo el odio y el miedo en los barrios más pobres”.

Por ahora, el eco de los disparos en Penha y Alemão sigue resonando, junto al llanto de las madres frente a la morgue.

Más información sobre

https://x.com/C5N/status/1984018258475835581

https://youtu.be/JblKSUr9PMs?si=htqurzVojZjV2Y2g

https://x.com/C5N/status/1984009081687036388

https://lv18.com.ar/megaoperativo-en-rio-de-janeiro-torturas-ejecuciones/