El megaoperativo en Río de Janeiro, desplegado el martes por la Policía Civil y Militar en los complejos de favelas Penha y Alemão, ha desatado una ola de indignación dentro y fuera del país. De acuerdo con la Defensoría Pública, el número de víctimas ya ascendería a 132 personas, aunque familiares y organizaciones sociales advierten que la cifra real podría ser aún mayor.
La abogada y activista Flávia Fróes, presidenta del Instituto Anjos da Liberdade y encargada de la identificación de los cuerpos, afirmó al diario Folha de São Paulo que varios cadáveres presentan heridas de bala en la nuca, cortes de arma blanca en la espalda y señales evidentes de tortura.
“Lo que ocurrió en Penha y Alemão es la mayor masacre en la historia de Río de Janeiro”, sostuvo Fróes, quien además advirtió que entre las víctimas hay jóvenes sin antecedentes y vecinos ajenos al conflicto armado.
Cuerpos en la plaza y madres que buscan respuestas
En la mañana del miércoles, vecinos de la favela Penha retiraron más de 70 cuerpos del bosque de Vacaria, en la Serra da Misericórdia —zona donde se concentraron los enfrentamientos más violentos— y los trasladaron hasta la plaza São Lucas. Allí, las familias intentaron identificar a sus seres queridos en medio del dolor y la indignación.
Una madre reconoció el cuerpo de su hijo de 20 años con las manos atadas, un signo que, según los testigos, refuerza las denuncias de ejecuciones sumarias.
El Instituto Anjos da Liberdade presentó una denuncia formal ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos, pidiendo el envío urgente de peritos forenses y observadores internacionales a Río de Janeiro.
El activista Raull Santiago afirmó que la exposición de los cuerpos en la plaza fue una decisión de las familias “para mostrar el estado en que fueron encontrados” y agregó que muchos de ellos no figuran en el conteo oficial.

Silencio oficial y reclamos de justicia
Hasta el momento, el gobierno estadual de Río de Janeiro no emitió un nuevo informe sobre la cantidad de víctimas ni sobre las circunstancias de las muertes.
Organizaciones como Amnistía Internacional y Human Rights Watch manifestaron preocupación por los patrones de violencia policial en las comunidades cariocas y reclamaron transparencia en la investigación.
En los últimos años, los megaoperativos en favelas han sido cuestionados por su alto número de víctimas civiles, la falta de supervisión judicial y la impunidad que suele rodear a las fuerzas de seguridad involucradas.
El Comando Vermelho: de las favelas de Río al lavado de dinero en Argentina
El megaoperativo en Río de Janeiro fue dirigido contra el Comando Vermelho, el grupo criminal más antiguo y poderoso de Brasil. Nacido en las cárceles de Río en los años setenta, el Comando Vermelho se expandió en los últimos años hacia países vecinos como Argentina, Paraguay y Bolivia, donde montó una red de lavado de dinero, contrabando y tráfico de armas.
En septiembre de 2023, la Justicia argentina desarticuló una estructura que operaba bajo la fachada de una agencia de turismo educativo, utilizada para trasladar grandes sumas de dinero en efectivo provenientes del narcotráfico.
Durante los allanamientos en Nordelta y Palermo, se incautaron 65 millones de pesos, 160 mil dólares, 25 mil euros y 30 mil reales, además de documentación vinculada a 425 operaciones con criptoactivos por un total estimado de 520 millones de dólares.
Parte de ese dinero se blanqueaba mediante el contrabando de metales ferrosos entre Argentina y Estados Unidos, y otra parte a través de empresas fantasma y compra de terrenos rurales

Córdoba: la caída del principal proveedor de armas del Comando Vermelho
Un año después, en febrero de 2024, un operativo conjunto de la Policía Federal e Interpol culminó con la captura en Córdoba de Diego Hernán Dirisio, señalado como principal traficante de armas del Comando Vermelho en el Cono Sur.
Dirisio fue detenido en el barrio Cerro de las Rosas mientras jugaba al pádel con su pareja, la modelo paraguaya Julieta Vanessa Nardi, quien también tenía pedido de captura internacional. Ambos permanecen detenidos a la espera de su extradición a Brasil.
Según los investigadores, estos casos muestran la consolidación de una red criminal transnacional, capaz de moverse entre países, lavar dinero y operar con una estructura financiera sofisticada.
Una tragedia que reabre viejas heridas
El megaoperativo en Río de Janeiro vuelve a poner bajo la lupa la estrategia de seguridad del Estado brasileño, que ha sido duramente criticada por su enfoque militarizado en los barrios más pobres.
Mientras las autoridades insisten en que la acción apuntaba a desarticular al Comando Vermelho, los defensores de derechos humanos sostienen que la operación terminó siendo una masacre con características de crimen de Estado.
“Río de Janeiro no necesita más cuerpos apilados, necesita políticas públicas que ataquen las causas del narcotráfico y no a sus víctimas”, declaró Fróes.
Más sobre el «Megaoperativo en Río de Janeiro»
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