La discusión en torno a la Reforma laboral volvió al centro del debate político y económico. Las primeras señales sobre los borradores que el Gobierno planea enviar al Congreso tras el recambio legislativo despertaron fuertes críticas en el movimiento obrero. En Mendoza, el secretario general seccional de la Asociación Bancaria, Sergio Giménez, expresó su preocupación y advirtió que los indicios marcan un panorama “muy malo” para los trabajadores, especialmente para quienes hoy se encuentran fuera del sistema formal.
Giménez se refirió al proyecto impulsado en su momento por la diputada de La Libertad Avanza, Marcela Díez, cuyo contenido -aunque aún no oficializado- sirve como referencia para anticipar la orientación de los cambios. Según el dirigente, la reforma en debate lejos está de apuntar a un progreso social. “Se habla de reforma cuando reforma es una hermosa palabra vinculada al progresismo. Pero lo que vemos no es eso”, expresó en diálogo con LV18.
Un mercado laboral marcado por la informalidad
El titular de la Bancaria Mendoza subrayó que uno de los principales problemas que enfrenta la Argentina no es la regulación laboral vigente, sino la creciente precarización. Según los últimos datos citados por el gremio, el 43% de los trabajadores no está registrado, un número que sigue en ascenso y que, en la práctica, muestra que ni siquiera el monotributo ha logrado absorber a quienes quedan fuera del empleo formal.
“Desde la aplicación de la ley base hasta ahora tenemos menos trabajadores registrados. Ya ni siquiera crecieron los monotributos. Eso marca claramente el deterioro del universo laboral”, sostuvo Giménez, alertando que una Reforma laboral regresiva podría agravar aún más la informalidad en lugar de reducirla.
Críticas a la CGT y pedido de una postura más firme
En su análisis, el dirigente mendocino también apuntó contra la conducción de la CGT. Consideró que la central obrera debió adoptar una actitud más confrontativa ante un Gobierno cuyo plan económico, según remarcó, está “escrito en piedra”. Para Giménez, insistir con el diálogo en ese escenario resulta improductivo.
“Creo que la CGT podría haber hecho mucho más. Tuvimos algunas medidas de fuerza nacionales, pero insuficientes. Si el Gobierno ya dijo que este es su modelo económico y no lo va a modificar, no tiene sentido seguir en un diálogo de sordos”, señaló. A pocas horas de la renovación de autoridades en la central obrera, reclamó mayor unidad y contundencia en la defensa de los derechos laborales.
El reclamo por un pliego de derechos y una estrategia más amplia
Giménez no solo cuestionó la falta de firmeza, sino también la ausencia de un documento claro que exprese la visión y las demandas del movimiento obrero. A su entender, la discusión no debe limitarse a lo salarial: también debe incluir aspectos vinculados a la educación, la salud y el contexto social que condiciona la vida de trabajadoras y trabajadores.
“Una Reforma laboral bien entendida debería abordar la situación tanto de los registrados como de los no registrados. No puede ser solo un ajuste sobre derechos adquiridos”, sostuvo. Además, remarcó que la Bancaria considera agotado el formato actual de diálogo con el Gobierno: “Es un diálogo de sordos donde uno habla, el otro no escucha y al final impone lo que quiere”.
La postura nacional de la CGT y los gremios frente al avance oficial
Las preocupaciones planteadas en Mendoza coinciden con las expresadas a nivel nacional. En los últimos días, el secretario general de la UOCRA, Gerardo Martínez, advirtió que la CGT está dispuesta a realizar movilizaciones y acciones de fuerza si el Ejecutivo impulsa una Reforma laboral que implique pérdida de derechos. Aunque insistió en que la central prefiere el diálogo, aseguró que la falta de interlocución real por parte del Gobierno cerrará la vía pacífica.
A esta postura se sumó La Bancaria, que a través de un comunicado rechazó cualquier reforma que busque “destruir el salario” o avanzar en la flexibilización de los convenios. Bajo el lema “Ni un paso atrás frente al ajuste y la entrega”, el gremio reafirmó su compromiso con la defensa de la banca pública y los derechos laborales.
Críticas técnicas a la Reforma laboral: riesgos para el empleo y la negociación colectiva
Los borradores que circulan entre especialistas incluyen puntos como los bancos de horas, los salarios dinámicos y los convenios colectivos por empresa, figuras que podrían debilitar la negociación sectorial. Para Martínez, estas modificaciones se presentan en un contexto sumamente desfavorable: caída del consumo, recesión y cierre de miles de empresas.
“Han quebrado alrededor de veinte mil empresas de distintas actividades. Si se abre la economía y se inunda el mercado con productos importados, se profundiza la recesión. En ese marco, hablar de salarios dinámicos o ajustes de jornada laboral es preocupante”, afirmó.
La advertencia de especialistas: formalizar la informalidad
El ex ministro de Trabajo, Carlos Tomada, también cuestionó la oportunidad y el sentido de la Reforma laboral. Sostuvo que en un país donde casi la mitad de los trabajadores es informal, flexibilizar normas no generará empleo, sino que podría convertir en legal lo que antes se consideraba fraude laboral.
Tomada advirtió que ciertas figuras contractuales, hoy utilizadas para precarizar el empleo, podrían consolidarse si se habilita un marco legal que legitime modalidades de contratación sin derechos básicos. “Antes un trabajador podía reclamar; ahora, si va a un juez, se encontrará con que firmó un contrato permitido por la ley”, explicó.
Un debate clave para el futuro del trabajo
La discusión sobre la Reforma laboral continúa abierta y, lejos de generar consensos, suma cada día mayores tensiones entre el Gobierno y el movimiento sindical. Mientras tanto, el mercado laboral sigue mostrando señales de deterioro, con alta informalidad, pérdida de empleo registrado y un contexto económico que agrava la vulnerabilidad de millones de trabajadores.
Para gremios como la Bancaria y la UOCRA, los cambios necesarios deben ser debatidos, pero siempre con el objetivo de ampliar derechos y no de recortarlos. El desafío será, entonces, encontrar un punto de equilibrio entre las transformaciones que exige el mundo del trabajo y la protección que requieren quienes sostienen la estructura productiva del país.
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